
Dimensión urbana y territorial
Lo que comenzó con la creación del Obispado en Rubicón, un paraje del sur de Lanzarote gracias a Benedicto XIII y de la mano del Obispo Juan de Frías, tuvo finalmente su consolidación en Las Palmas de Gran Canaria.
Con la estrategia de Frías se logró, tras casi ochenta años, que el obispado contara con una sede definitiva y funcional en la capital insular. La propia institución contaría en sí con los mecanismos necesarios a la hora de organizarse ex novo y dotarse de dos elementos clave: sede catedralicia y mansión del prelado.